sábado, 2 de febrero de 2019

¿Podemos mejorar la calidad de nuestra vida y ser mas felices?



Hasta fines del siglo XX se creía que el cerebro se desarrollaba en los primeros años de vida y que la genética nos condicionaba indefectiblemente. Actualmente, las neurociencias han demostrado que el cerebro puede ser transformado de manera intencional cambiando tanto su estructura como el funcionamiento y la epigenética asegura que los genes son afectados por el ambiente en que residen. ¡Un gran cambio de paradigma!

Durante toda la vida, gracias a su plasticidad, el cerebro se adapta en respuesta a las experiencias. Crea nuevas conexiones u organiza las existentes modificando la manera en que se procesa la información y se toman decisiones. Se han realizado múltiples estudios que prueban ésta capacidad. Entre los más conocidos podemos mencionar los cambios que se produjeron en el hipocampo de los taxistas de Londres, a quienes se les exige memorizar infinidad de calles, plazas y lugares históricos, para obtener la licencia. Como resultado del ejercicio de la memoria espacial se desarrolló esa parte del cerebro (Eleanor Maguire 2000). Un efecto similar se ha observado en el cerebro de los músicos. 

Es muy esperanzador saber que todos podemos cambiar para mejorar. Estos cambios ocurren seamos o no conscientes de ellos. Lo que marca la diferencia es que en el primer caso podemos provocar voluntariamente las modificaciones a través de nuestros propios pensamientos. Cuando se aprende a controlar el cerebro y las emociones se puede influir en el cuerpo y crear una vida de acuerdo a nuestro propio diseño. Esto significa que las caratulas que nos han colocado ubicándonos entre los tímidos, ansiosos, impulsivos, pacientes, optimistas, etc. no son definitivas y pueden ser voluntariamente modificadas a través del cambio en pensamientos y actitudes. Dicho de otra manera, tenemos la capacidad de convertirnos en el tipo de persona que queremos ser.  

Con un entrenamiento adecuado podemos modificar las creencias y nuestro perfil emocional. El Dr. Richard J. Davidson, investigador de la universidad de Wisconsin ha utilizado las mejores herramientas de la neurociencia para entender como el cerebro puede transformarse a través de involucrarse en prácticas mentales originadas en la contemplación, tales como la meditación. El considera que hasta ahora se han estudiado los estados negativos como ansiedad, miedo o tristeza y es momento de enfocarse en las cualidades positivas como la compasión. Las partes del cerebro que se ven afectada por la meditación son las relacionadas con emociones básicas como odio, amor, miedo, disgusto y las que están involucradas en la anticipación de la recompensa.  

La doctora en psicología social Sonia Lyubomirsky ha definido la felicidad como “experiencia de alegría, satisfacción o bienestar positivo combinada con la sensación de que nuestra vida es buena, tiene sentido y vale la pena” y considera que la felicidad depende: 50% de la genética, un 10 % de las circunstancias y un 40% de nuestra actividad deliberada.  

Generalmente pensamos que las personas son felices porque tienen suerte, dinero, salud, pareja, familia, éxito, etc., todos factores que pertenecen al 10% que representa a las circunstancias. Sin embargo, si aceptamos que el 40 % depende de una actividad deliberada, vale la pena dedicar tiempo a desarrollar estrategias para mejorar la calidad de nuestra vida e incrementar la felicidad como algo interno, propio de cada persona. Si sabemos cuál es la actitud, las creencias y las actividades que realizan las personas felices, tenemos todas las posibilidades de ser también más felices.  

La respuesta a la pregunta del comienzo es palmariamente clara: SI podemos mejorar la calidad de nuestra vida, ser más felices y saludables. Tenemos a nuestra disposición las herramientas para lograrlo. Lo que hace falta es la determinación y el coraje necesarios para abandonar nuestra “zona de confort” y aventurarnos en un camino de desafíos y logros.