Introducción.
Como tal vez les
ocurre a muchas personas, yo he transcurrido una buena parte de mi vida en
piloto automático, dejándome llevar por las circunstancias. Sin embargo, en
determinado momento, me di cuenta de que siempre podemos transformarnos para
mejorar, que podemos crear una vida de acuerdo a nuestro propio diseño.
Cuando se
desactivó el “piloto automático” comencé a preguntarme por qué y cómo encontré
una salida conveniente frente a circunstancias extremas o cómo tomé la decisión
adecuada en cuestión de segundos. Descubrí que, además de la intervención
divina, contamos con capacidades de las que no siempre estamos conscientes.
Comencé de manera intuitiva y luego conscientemente a confiar en esa fuerza que
nos permite sobrevivir y encontrar la mejor solución en cada ocasión.
Todos sabemos
que las decisiones se toman con intervención de la razón, la intuición, el
instinto y la emoción; desconozco cómo se combinan y cómo se reparten la tarea,
pero cada componente hace su aporte. Sin embargo, tendemos a considerar que la
razón y la emoción son antagónicas, perdiéndonos la posibilidad de aprovechar
su accionar como mecanismos asociados. Actualmente, de manera deliberada,
después de agotar el análisis racional, dejo que la intuición y la emoción me
guíen (1). Me voy a dormir con la cuestión a resolver en la mente y muchas
veces despierto con la respuesta adecuada. Siento como si dos partes de mí
trabajaran de manera colaborativa para encontrar una solución. Y es realmente
así: el cerebro, cuando no encuentra las respuestas en modo focalizado, lo hace
en modo difuso.
Cuento esto porque una parte de los temas que se tratan en este anuario
están relacionados con la importancia de darle espacio a la emoción y la
intuición.
Otro de los
aspectos que analizaremos es el efecto de las creencias, la educación y el
entorno en nuestro comportamiento. Y aquí encontramos que la información
recibida en la niñez, si lo permitimos, nos puede condicionar para siempre.
Los que nacen en
un ambiente potenciador cuentan, desde el inicio, con muchas herramientas que
los llevarán a un desenvolvimiento exitoso ya sea por un mejor acceso a
educación de calidad o a la incorporación de conductas positivas por la simple
observación del accionar de sus padres.
Quienes nacen en un medio adverso, sin embargo, pueden revertir esas condiciones.
En algunos casos, otras personas les ayudan a descubrir sus potencialidades y a
desarrollarlas, como ocurrió con Dalí, que atribuye a su esposa esa influencia
benéfica. Los que no cuentan con este tipo de soporte, tienen que descubrir por
sí mismos las herramientas que les permitirán mejorar su calidad de vida.
Lamentablemente
hay muchas personas que transcurren en “piloto automático”, atribuyendo a sus
condiciones de origen (clase social, sexo, nacionalidad) sus desventuras o
esperan que alguien, generalmente el Estado, resuelva todos sus problemas.
Estoy convencida
de que cualquier persona, independientemente de la educación recibida y la
influencia de su entorno, puede tomar el control de su vida en el momento que
decida hacerlo. Por esta razón elaboré este anuario, básicamente destinado a
quienes no están conformes con lo que son, hacen o tienen, y quieren iniciar un
proceso de auto transformación consciente.
Seguramente notarán que se reitera el efecto de las creencias en
relación a diversos tópicos, precisamente porque son estas las que nos llevan a
actuar y a decidir de determinada manera. Tomando la analogía que hace Gregg
Braden (2) entre nuestra mente y las computadoras, diremos que el sistema
operativo estaría representado por la conciencia, los programas serían las
creencias en base a las cuales construimos la realidad y damos respuesta a los
estímulos, los datos con los que alimentamos el sistema son nuestras
percepciones y la información que surge del procesamiento, los resultados
obtenidos.
El cambio de paradigma
que propongo consiste en dejar de ser espectadores para convertirnos en
co-creadores de nuestra vida. Ser personas proactivas en lugar de reaccionar en
función de los estímulos, poniendo en práctica estrategias que nos permitan
mejorar la calidad de nuestra vida. Los viejos preconceptos y hábitos dejarán
de condicionarnos en la medida que seamos conscientes de ellos y decidamos
desactivarlos.
Tengo la certeza que
todos pueden encarar esta transformación. Lo que se requiere es una mente
abierta, la convicción de que se logrará el objetivo y el entusiasmo necesario
para iniciar el proceso. El cambio no debe iniciarse desde un DEBO sino desde
un QUIERO, no en el deseo de otros sino en nuestras propias expectativas.
El querido amigo MAC nos
hace una sugerencia o una pregunta y, a partir de allí, desarrollamos
brevemente la consigna. En el reverso de la página encontrarás ejercicios
relacionados con la propuesta y un espacio para hacer tus anotaciones y
confidencias a
MAC